Cada uno de nosotros formamos parte de un gran clan familiar, de sus experiencias y de su energía.
Es necesario, como en todo el universo, que estas energías estén en equilibrio. Cuando este se rompe, la energía familiar se desconfigura generando situaciones conflictivas y a menudo enfermizas que pueden implicar a las generaciones posteriores.
Mediante las constelaciones conseguimos abrir y conectar con ese campo energético espiritual de la persona que constela, para que se manifieste el problema a tratar.
Con la ayuda del terapeuta y de los demás asistentes logramos volver a vivir el momento en el cual se creó la desarmonía y desde allí recolocar lo que está dañado, con comprensión y un profundo amor.
De esta manera, el inconsciente entiende y siente que aquello se ha sanado.